10 de abril de 2012

La vida en 3/8 de Lost

Muchas veces es complicado y algo confuso decidir si algo (o también puede ser alguien) a uno le gusta mucho, muchísimo mucho, realmente le encanta, lo adora o se encuentra completamente absorto por las cualidades positivas del objeto (o persona) en cuestión.
Particularmente, he encontrado un método bastante efectivo que, en la práctica, muestra de una forma bastante convincente el grado de pasión o afinidad por ciertos asuntos.
Cuando tenía un par de años menos y asistía a la escuela secundaria, solía tener solo 2 o a lo sumo tres buenos amigos, y los demás, conformaban lo que me gustaba llamar simplemente "los chicos".
Pero muchas veces, considerando que estaba pasando por momentos de constantes cambios hormonales y de personalidad propios de la adolescencia, me ponía a pensar a cuál de esos "amigos" prefería por sobre el otro. Evidentemente era una pregunta bastante compleja de responderme, ya que debía decidir entre uno de los dos únicos y más mejores amigos. En una situación así, lo normal es considerar a ambos en cantidades iguales de amistad, pero a mi eso me resultaba poco serio, hasta bastante hipócrita y necesitaba decidirme si o si por una jerarquía de amor.
Normalmente, para solucionar tan molesta equidad, me ponía en la situación imaginaria, en la cual, a modo de juez todopoderoso, debía elegir una de las dos víctimas (la menos apreciada), a la cual tendría que volarle la cabeza de un disparo (que tenía que ser certero y único para evitar agonías indeseadas). Generalmente me costaba bastante elegir esa víctima, pero cuando lograba decidirme, estaba segura de que la elección correspondía sin lugar a dudas a mi amigo por excelencia, sin cuestionamientos. Aunque la mayoría de las veces terminaba reventándole los sesos a los dos, simplemente porque resultaba más divertido y me había hartado de pensar.
Eso me llevó a varias tardes pensativas en las que decidiría finalmente a la persona que valía la pena no haber matado. De más esta decir que muchísimas veces esa elección había estado muy lejos de ser acertada, y luego me veía obligada a arrepentirme por la bala malgastada.
Este método, bastante práctico y poco metodológico, fue mutando y adaptándose a las necesidades de elección a medida que fui creciendo y madurando.
Y fui notando que con el correr de los años ya no me era necesario dispararle a las personas para poder elegir a una, porque finalmente decidí simplemente no quedarme con ninguna y evitarme ese tipo de planteos.
Uno de los mejores ejemplos que podría citar en la actualidad, y ya habiendo cambiado completamente de terreno, es uno de los métodos que utilizo para decidir si una serie de televisión me gusta mucho, muchísimo mucho o estoy encantada. 
La verdad es que después de haber visto LOST, poco me queda por cuestionar, ya que corresponde a mi máximo exponente de genialidad. Pero tomando como punto de comparación a la mejor creación de J. J. Abrams, me resulta muy fácil apuntarle fracciones de octavos a todo lo demás. Por ejemplo, para mi, Fringe, no es ni 2/8 de Lost, o Game of Thrones no es ni 3/8 de Lost, pero en contraposición y simplemente porque me he encantado con los personajes, Bored to Death es bastante más que 4/8 de Lost.
Método simple, acertado y convincente. ¿Quien necesita más que eso?



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